La incidencia de estos tumores en España se aproxima a 14 casos por cada 100.000 habitantes. Es la segunda neoplasia más frecuente del tracto respiratorio (sólo superada por el de pulmón) y constituye el 2% del total de tumores en varones y el 0,4% en mujeres.
La aparición de estas lesiones está relacionada directamente con el consumo de tabaco, como la mayoría de las neoplasias de cabeza y cuello.
Es más frecuente en varones con una relación 10:1 y suele presentarse en la sexta y séptima década de la vida. Por otro lado, la incorporación masiva de la mujer en estos años al consumo de tabaco y alcohol, hace presuponer que la frecuencia de estas lesiones en mujeres irá en aumento.
Otros factores implicados sin clara evidencia hasta el momento son: Asbesto, productos químicos industriales, reflujo faringolaríngeo en pacientes con reflujo gastroesofágico e infecciones como el virus papiloma humano.
La evolución natural del cáncer laríngeo está determinada por su localización y su tendencia a diseminarse a los ganglios linfáticos regionales.
Las lesiones glóticas tienen poca tendencia a la diseminación linfática y producen clínica (disfonía) precozmente, lo que hace que se diagnostiquen en estadios iniciales. Esto determina un mejor pronóstico. Sin embargo, las lesiones supraglóticas tienen una alta tendencia a la diseminación temprana a través del sistema linfático. No producen síntomas llamativos en estadios iniciales y es por ello que se diagnostican generalmente en estadios avanzados (el motivo de consulta puede ser una masa cervical y/o disnea y/o disfagia por obstrucción).
Clínica:
Los síntomas de presentación varían en función de la localización de la lesión.
Los tumores glóticos son los que se diagnostican con más frecuencia en estadios iniciales, ya que suelen producir disfonía de manera precoz.
CUALQUIER PACIENTE, ESPECIALMENTE AQUELLOS FUMADORES O EX FUMADORES CON DISFONÍA DE MÁS DE 15 DÍAS DE EVOLUCIÓN, DEBE SER VALORADO POR UN OTORRINOLARINGÓLOGO.
Los tumores supraglóticos dan síntomas más inespecíficos, por lo que se diagnostican generalmente en fases más avanzadas. Esta es la forma más frecuente de presentación de estos tumores en España. Los pacientes pueden presentar síntomas como sensación de cuerpo extraño, carraspeo, parestesias faríngeas, molestias cervicales inespecíficas, molestias óticas u otalgia, atragantamiento ocasional, leve disfagia y sólo cuando ya se extiende a las cuerdas presentan disfonía. Es frecuente que el paciente consulte por la aparición de una masa cervical como primer síntoma. En estadios avanzados presentan disfonía, estridor y disfagia.
Los tumores subglóticos son muy poco frecuentes de forma aislada y se diagnostican generalmente en fases avanzadas. Los síntomas de presentación más frecuentes son la disnea o una masa cervical baja.




Diagnóstico:
La base del diagnóstico descansa en la sospecha clínica. Es fundamental conocer la localización y extensión del tumor para planificar un tratamiento adecuado. Disponemos de las siguientes armas diagnósticas:
Historia Clínica: tabaco, alcohol, trabajo, etc.
Laringoscopia indirecta y endoscopia laríngea flexible o rígida: Nos orientan sobre el asiento del tumor, su extensión y sobre la movilidad laríngea a nivel de las cuerdas vocales, aritenoides y resto de estructuras laríngeas.
Laringoscopia directa con microscopio: Permite un conocimiento exacto de la localización tumoral y de su extensión, y realizar una toma de biopsia para estudio anatomopatológico.
Tomografía computarizada: La TC con contraste intravenoso generalmente es el primer, y a menudo el único, estudio radiológico necesario para valorar un tumor laríngeo. Además proporciona el beneficio añadido de la evaluación radiológica de los ganglios linfáticos cervicales y la detección de posibles segundos primarios no sospechados.
Resonancia Magnética Nuclear: Tiene una capacidad añadida para proporcionar imágenes tridimensionales en los planos axial, coronal y sagital y demostrar la extensión local de una lesión laríngea. Esto es especialmente importante cuando la TC ofrece dudas o cuando queremos valorar la extensión subglótica a partir de una lesión primaria de las cuerdas vocales.
Tomografía por emisión de positrones (PET): Es una técnica de medicina nuclear capaz de valorar e incluso cuantificar el flujo tisular y el metabolismo celular. Ha demostrado su utilidad en el estudio de extensión, detección de recurrencia, reestadiaje, localización del tumor primario en pacientes con primario desconocido y evaluación de la respuesta de diversos tipos de tumores, incluidos los de cabeza y cuello. La mayor utilidad de esta técnica en este tipo de tumores, reside en la valoración de la sospecha de recidiva tumoral.
Tratamiento:
Es importante un protocolo consensuado de actuación cuando nos enfrentamos a esta patología y en este sentido los Comités de Tumores que funcionan a nivel hospitalario son muy importantes. Uno de los protocolos reconocidos y aceptados internacionalmente es el del National Comprehensive Cancer Network (NCCN).
Son tres los pilares del tratamiento de los tumores de cabeza y cuello: la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia.
Cirugía: Es el tratamiento primario en tumores precoces, donde, cuando la misma está bien realizada, es decir sin tumor después de la cirugía, podría ahorrar un tratamiento posterior. En estadios avanzados, la cirugía sigue siendo el mejor método de rescate en los enfermos que presenta recaídas tumorales operables. Tan importante es la cirugía sobre el tumor primario laríngeo como sobre las diseminaciones linfáticas a nivel cervical, lo que hace necesario la realización de vaciamientos ganglionares cervicales, funcionales o radicales, en función del tamaño y localización de las masas de adenopatías metastásicas.
Radioterapia: Es un tratamiento local, es decir afecta exclusivamente al área irradiada. La radioterapia en los tumores de cabeza y cuello puede producir alguno de los siguientes efectos secundarios: Boca seca, problemas dentales, úlceras en la boca, sangrado de las encías, infecciones de la boca (micosis o infecciones por hongos), retrasos en la cicatrización de las manipulaciones dentarias, rigidez mandibular, cambios en el gusto y en el olfato, cambios en la voz, hipotiroidismo (con las técnicas de radioterapia que se utilizan en la actualidad esta complicación es muy rara, la piel en la zona tratada se puede volver roja o seca y fatiga.
Quimioterapia: La quimioterapia para los tumores de cabeza y cuello se administra habitualmente por vía intravenosa, aunque existen algunos fármacos que se pueden administrar por la boca. El tratamiento se administra a intervalos fijos de tiempo que dependen para cada uno de ellos. Cada período de tratamiento se conoce como ciclo y puede variarse dependiendo de las condiciones del paciente. En los tumores de cabeza y cuello, la quimioterapia se administra según tres esquemas fundamentales: Neoadyuvante o previo a la cirugía o radioterapia, adyuvante o después de tratamiento radical con cirugía o radioterapia, concomitante o a la vez que la radioterapia.